viernes, 22 de febrero de 2008

La curiosidad


Un día se despierta, se levanta, desayuna. Y mientras gira la cucharilla dentro del té se le ocurre. Un blog - se dice - voy a crear un blog. Toma el ordenador y sigue los tres pasos. Uno, dos, tres. Voila. No, algo ha fallado. Uno, dos, tres…uno, dos, tres…ahora.
Piensa que será un secreto, aunque duda. Inicia el viaje. Como es costumbre, con cierto temor, escribe, en ese espacio en blanco, un primer párrafo muy críptico. Nada de desnudarse muy rápidamente. Eso le da vértigo.
Es impaciente y no lee las instrucciones de uso. Así es que aprende sobre la marcha. Borra, edita, borra, publica, suprime, nueva entrada…borra, edita, borra…
Se cansa. Quebranta sus intenciones, como ya esperaba. Cuenta su secreto.

- Sabes, he abierto un blog.
- Ah sí.
- Ya te lo enseño, un día de estos.

A la mañana siguiente se despierta, se levanta, desayuna, enciende el ordenador y entra en su blog. ¡Una visita! ¡He tenido una visita! ¡Que sorpresa! - piensa.
Una desconocida le felicita. Aquello la anima, siente como si la empujaran. De pronto, una pareja de curiosidades le preguntan :¿Quién es esa desconocida? ¿Qué escribe?
Decide investigar. Increíble, también tiene un blog. Se sumerge en él, bucea, lee, relee. Sabe que no está sola en la red. Si lo piensa con más detenimiento se asusta. Decide olvidarlo. Escribe en el aire, por si olvidara hacerlo: “acuérdate de olvidarlo”. Sigue. Abre un nuevo documento en blanco y resbala. Un precipicio. Ahhh! cae en picado. Que extraño, no recuerda su vida en unos segundos. Remonta como puede en el pie de página. Ha faltado poco, se dice. Agita las alas y regresa al principio .Escribe unas cuantas líneas inconexas y se cansa. La ansiedad la agita.
“Hace falta algo más que voluntad” le dice una voz aguda, casi estridente. Se tapa los oídos y frunce el ceño.
Cierra la tapa del ordenador y abre la del libro. Y la voz sigue. Ella se hace la sorda. Se levanta de la mesa y se pone a pasear por los escasos metros de la casa. La voz la sigue como su sombra. Incluso se ha tumbado encima de esta y se deja arrastrar. La voz es vaga, es evidente. Ella, tranquilamente urde su plan. Se acerca al equipo de música, lo enciende, sube el volumen. La voz sorprendida escucha a Marisa Monte y se pone a bailar. Ella aprovecha para escaparse.

Un día después, se despierta, se levanta, desayuna, enciende el ordenador y no entra en su blog sino en el de la desconocida. Esto si la sorprende. Comienza a hurgar entre los textos como si abriera los cajones de una cómoda ajena. Entra en los enlaces y se pregunta ¿A quién lees? ¿Quiénes son tus amigos? ¿Cómo eres?
Así descubre nuevos blogs. Nuevas ventanas. Nuevas cómodas. Mira el reloj. Han pasado varias horas. No se lo puede creer. No el que haya pasado tan rápido el tiempo, eso es normal, sino que la voz a vuelto. Sabe que en esta ocasión no le servirá hipnotizarla con música. Así es que decide darle conversación.
La voz perpleja ante tal actitud comienza su discurso. Tus cuentos son, les falta, les sobra, les… hace falta y tu careces y encima… y tú…Ella asiente ante todos los comentarios, sin flores, y guarda silencio. Entra en su blog. Si no fuera por las ilustraciones - piensa - no ha habido ninguna visita. Bueno, quizás si.
Ha faltado a su palabra, varias veces, tantas como dedos tiene en las manos. Tal vez, alguien ha pasado por casa y no ha dejado tarjeta – se dice. Si, eso, ha pasado por casa pero no ha dejado tarjeta - se repite.

Unas semanas más tarde, se despierta, se levanta, desayuna, enciende el ordenador y no puede entrar en el blog. El wifi falla. Se siente una pirata, una ladrona de señal, pero a pesar de todo se enfada. Desde el silencio le grita al usuario: ¡vamos a que esperas! Señal nula. ¡Vamos insolidario! Señal baja. Se conecta. Comienza su baño de cada mañana, de cabeza a la piscina de su desconocida y de ahí a la de otra desconocida más y después a otra más. Y entonces se da cuenta. A todos ellas les dejan tarjetas de visita y algunas con flores. Se entristece. Vuelve a su pantalla en blanco y comienza un nuevo cuento. Pero la idea ha sembrado algo en su cabeza. La soledad - se dice - la soledad de su blog. Deja lo que escribe y vuelve a la blogosfera. Se da una vuelta, pasea las calles, corre por las avenidas, se tumba en los parques. Descubre que ella es una newbie, una recién llegada. Que existen los títeres que son personajes que se hacen pasar por varios y diferentes usuarios, los fake que también suplantan a alguien, los troles que se dedican a insultar y decir tonterías, los leechers… Parece una película de ciencia ficción. Philip K Dick, Asimov, Brian Aldiss, Lem, Huxley… Su cabeza hierve. ¿Tendrían ellos ahora un blog? Se inquieta y se desconecta.

Una mañana más, se despierta, se levanta, desayuna, enciende el ordenador y se queda pensando. Lentamente, mientras se toma su té a pequeños sorbos, decide leer un cuento de su amiga la desconocida. Le gusta. Esta vez, sin pensarlo, agradecida, le deja una tarjeta. No sin cierto pudor. La abruman los círculos literarios, en general los círculos.
Los pensamientos giran en su cabeza. Demasiada gente. Todos verán su tarjeta. Tal vez, ha dejado pocas flores. Se arrepiente. No, no hay porque hacerlo - se dice así misma. Siente que su timidez se expande también por la red. Es algo incontrolado.


Meses más tarde, una mañana se despierta, se levanta, desayuna, enciende el ordenador y escribe. De repente recuerda a su amiga desconocida y la visita a escondidas. Sale de su casa de puntillas, sin hacer ruido, no quiere que ella se entere. Y piensa: “La timidez en el blog”
Y como le pica una curiosidad, sin dudarlo, instala un contador de visitas.
Ilustración García del Real

No hay comentarios: