miércoles, 16 de septiembre de 2009

La Srta. Bosque y el Sr. Camino

“No seas el inferior de cualquier hombre, ni de ninguno el superior. Recuerda que todo hombre es una variación de ti mismo. Ninguna culpa humana es ajena a ti, y tampoco es una cosa aparte la inocencia de ningún hombre…”

UN MOMENTO DE TU VIDA . W. Saroyan

“Otra y cambiante
Porque la palabra me celebra en su júbilo inestable
¿O qué no cambia? ¿Permanece inmóvil?
¿Qué se yo de la palabra sino que se divierte en recorrerme serenamente, en hacerme irreconocible, inasible?”


La salvaja.
Carmen Boullosa 1989 (Poeta mexicana)




Ilustración de Violeta Lopiz


SRTA. BOSQUE - Sólo quien cavó la tierra para plantar un sueño, sabe lo que significa confiar en la esperanza de que el mundo de uno, crezca hacia afuera y no hacia adentro - dice la Srta Bosque, mirando desafiantemente a su compañero de reparto, el Sr. Camino.


SR. CAMINO - Pues los éxitos como los fracasos duermen silenciosos, a la espera de que alguien les libere de sus limbos, le contesta indignado el Sr Camino a la Srta Bosque, porque ésta menosprecia su actuación.

Desde bambalinas, el telón del teatro observa en silencio la batalla dialéctica, él que compartió el espacio vacío con Brooks, que vivió de cerca a Thomas Lanier Williams y aprendió de Harold Pintter.


TELÓN DEL TEATRO - Necios, piensa, os empeñáis en creer que existe un camino hacia arriba y otro hacia abajo y ya lo dijo Heráclito, son uno y el mismo. Aprender a leer el mundo y os alimentaréis de él, como las hojas que respiran el viento, sin pararse a pensar en la dirección en la que sopla, si hacia arriba o hacia abajo.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Las confidencias de mi salón.





Ilustración de Citlalinushka Mirnanovka
http://citlalindedibujo.blogspot.com

Nadie pregunta nunca nada a los muebles, esos testigos que silenciosos presencian los grandes secretos y claves de nuestras vidas. Hay algo de cotidiano en esos objetos, algo que termina por hacerlos invisibles y sin embargo, presencian tantos acontecimientos importantes. Aprender a escuchar a esos espías mimetizados con nuestras casas fue todo un descubrimiento. Al principio, fue mi secreto, pensé que era un don que poseía y me diferenciaba. No tardé en saber que eran muchos los que como yo podían hacerlo. Viví con relojes de pared que jugaban a parar sus manecillas cuando los mirabas, como si pretendieran jugar con uno a los pies quietos. Con mesas que jugaban al tres en raya o sillas que corrían por llegar a la meta en una pista de atletismo. Charlé con butacas aficionadas al ajedrez que me descubrieron lejanas tierras y fabulosas aventuras. Saber de la vida de los muebles hizo que tomara la costumbre de sacar las sillas a la playa para que vieran el mar y tostaran sus maderas al sol. Llevé a las mesas a hacer deporte, a visitar museos, a hacer graffiti en calles escondidas. Les conté de mis amores, mis miedos y mis enfados. Y compartimos sus secretos y mis silencios. Ahora al entrar en casa es fácil no sentirse solo. Basta con apoyar sobre los muebles el oído y esperar, como el que se acerca una caracola en la playa para escuchar el mar.