martes, 9 de diciembre de 2008

La notificación

Ilustración de Joe Sorren

Una vez un hombre abrió un pub, en algún lugar de la península, al que llamó “El gato tuerto”. Al poco tiempo de hacerlo recibió una notificación para que le cambiara el nombre al bar, sino quería que lo demandaran. Parece ser que ya existía un pub con ese nombre, en otro lugar de la península. Aquel hombre con la notificación en la mano reflexionó sobre lo que debía hacer. Tal vez quitar lo de tuerto y cambiarlo por negro.
“El gato negro” dijo en voz alta, para ver que tal sonaba. Pero no tardó en dudar. ¿Y si ese nombre levantara las suspicacias de los herederos de Poe?, se preguntó. O tal vez del mismísimo Edgar que revolviéndose en su tumba podría redactar una nueva amenaza de demanda contra él. El hombre suspiró confundido tras la barra de su innombrable pub y decidió hacerse un café caliente que tocó con un poco de ron. A tragos pequeños consumió su taza. El reloj marcaba las 11 de la mañana. Fue entonces, tal vez fruto del poso del café cuando decidió que su pub no llevaría ningún nombre sino que mostraría en su neón el dibujo de un gran gato tuerto. Nunca más volvió a recibir notificación alguna.

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