miércoles, 17 de diciembre de 2008

La mentira


Ilustración de Javier de Juan

La Sra Britte y su sobrino esperaban en el aeropuerto. La tormenta estaba retrasando el embarque y la espera estaba impacientándoles. No llegarían a tiempo a la cita, el sr Köller se habría ido. Marianne Britte, inglesa de nacimiento y secretaria recién jubilada, había recibido una carta notarial notificándole que el Sr Köller, gravemente enfermo y en el lecho de muerte le pedía que viajase a Bonn para verla por última vez y conocer definitivamente a su hijo, a quién quería dejar parte de su herencia.
La mañana que recibió la carta una especie de espanto le recorrió la columna vertebral, acompañando a la notificación viajaba una nota de la Sra Köller, esposa del enfermo. En ella, aquella mujer alemana le explicaba que su marido le había revelado su secreto. Le había confesado que ocho años atrás en un viaje de negocios, a Inglaterra, había tenido un affaire con una secretaria. Una aventura que le había marcado íntimamente. Un “amour fou” que duró unos meses. La secretaria inglesa le había llamado una mañana para contarle que había quedado en cinta y él había guardado el más absoluto y cobarde de los silencios. Ahora que la vida se le escapaba, deseaba irse en paz. Deseaba conocer a su hijo y compensarle por aquel tiempo perdido.
La Sra Köller aún podía escuchar las palabras de su esposo en el lecho de muerte:
“Ahora en los últimos minutos de mi vida quiero que conozcas toda la verdad. No deseo marcharme ruinmente, escondiéndome en la muerte como lo he hecho en la vida”
Aún podía escuchar el tintineo de los trozos de su alma rota cayendo a los pies de la cama, tras escuchar aquella confesión.

Una voz en el megáfono del aeropuerto anunció que el avión con destino a Bonn no saldría hasta que amainara la tormenta.
Marianne Britte nerviosa miraba las gotas caer. Recordaba aquellos días junto al Sr Köller, escondidos en la habitación de un hotel. Sus cuerpos desnudos. Él hablándole de amor eterno, del momento en el que tras abandonar a su esposa podrían vivir juntos. De la casa en la montaña que compartirían. Ya nunca más tendrían que esconderse. Y después de esos recuerdos, el lacerante silencio. Él evitándola. Ella desesperando. Llamadas y llamadas sin obtener respuesta. Y la mentira. El nacimiento de aquella mentira que ella concibió, ocho años atrás, como el único modo de recuperarle.

Llamaron a la puerta y la mansión de los Köller dejó entrar al sacerdote que lentamente subió las escalinatas de mármol para llegar a la habitación del moribundo. El Sr Köller levantó la mirada esperando encontrar junto a su cama los ojos de aquel niño, su hijo, y en su lugar, encontró unas manos y un rosario. Escuchó los susurros de las oraciones del párroco y miró por la ventana. La sabana le pesaba como una losa y la sensación de marcharse sin conocer a aquel pequeño le abatía. Tenía que aguantar, aferrarse como pudiera a esos últimos momentos. Su esposa entre lágrimas le observaba sentada a los pies de la cama.

La Sra Britte miró a su sobrino que ahora tenía ocho años, la misma edad que tendría ahora su hijo, si su embarazo hubiera sido cierto. Observó como el niño encendía inquieto su wii y comenzaba una nueva partida. Ella arregló su moño cano y llamó la atención del pequeño.
- Vamos Peter volvamos a ensayar tu papel.
- Pero tía si me lo sé de memoria.
- Ya sé que es aburrido pero el Sr Köller es un buen hombre y cree que tiene un hijo, no podemos fallarle. No debemos decepcionarle.

El chico comenzó a ensayar los movimientos que haría, las caras que pondría mientras Marianne Britte, su tía, le miraba satisfecha. Y pensaba: “ahora viejo millonario pagaras el dolor que me ha acompañado tanto tiempo.”
Cobrar aquella herencia sería su venganza. Nerviosa volvió a mirar la lluvia que mojaba los aviones.

1 comentario:

Lu dijo...

Enhorabuena, me ha encantado el relato. Interesante la historia del sr. Köller y la sra. Britte, lástima que no continúe porque apunta a un desarrollo mayor. Hace un tiempo que no me detenía a leerle y la verdad es que se nota una evolución narrativa considerable con sus primeros escritos. Tiene buen pulso narrativo y cada párrafo tiene alguna frase de esas que apuntas en el primer papel que encuentras para que no se te olvide. Prosa poética. Espero regresar próximamente a su bitácora y sorprenderme de nuevo con sus ideas. Azul