miércoles, 21 de marzo de 2012

Tiempo blanco



Fotografía de Robert y Shana ParkeHarrison

Me gusta está casa - se dice - mientras yace inerte boca abajo con las manos apresadas por el peso de su cuerpo. El suelo está frío y ella permanece quieta cogida a si pubis como si eso la salvará de seguir rodando, como si el mundo entero se detuviera ante su inmovilidad. Se siente leve como si no fuera más que el sueño de su sombra. El sueño de una figura incierta y desconocida, sin horizonte de conciencia.

¿Quién puede asegurarle que existe? ¿Quién puede negarle que no es más que el pasatiempo de un ser que en un momento creativo la inventó y ahora juega con ella?

Meditar sobre cosas enrevesadas, quedar embobada mirando un mosaico de cerámica que parece crear el orden de un nuevo mundo, no es la solución.

Ponte en pie – se dice- da un paso y luego otro pero esta vez no sigas la fila de hormigas. Las hormigas son insectos sociales como las abejas y las avispas, evolucionaron dentro del linaje de éstas.

Recuerda aquella vez que decidiste darle la vuelta al reloj que había colgado de la pared, aquel que exhalaba tiempo blanco. Aquellas horas que olían a almizcle. Ponte bocabajo como el tiempo y observa como las agujas caminan de izquierda a derecha solo así descubrirás nuevamente que ese no es el camino.

Cierta apatía, como la de Oblomov, se presenta ante ti. Y al igual que el personaje ruso, decides encogerte de hombros y no hacer nada.


2 comentarios:

uve dijo...

precioso

Lu dijo...

Qué gran imaginación... Sigo leyéndote.