A media tarde sube para comprobar que su discurso todavía tiene cierta coherencia. Lleva enrollada al cuello, a modo de bufanda de lana, su serpiente, a la que no da de comer desde hace tiempo. Abre con sigilo la puerta, mira furtivamente y cierra de nuevo. Su rostro parece satisfecho. La serpiente sisea por hambre.Ella la hace callar no quiere que nadie las descubra.
Ilustración de Tascha Parkinson
El sonido de sus pasos se aleja y se pierde. Una vez en casa desenrosca a la serpiente y la mete en la pecera redonda. Se quita la chaqueta oscura y se sienta en el sillón a esperar. Coge un libro para calmarse pero la inquietud y el temor no le permiten leer. Levanta el teléfono y lo llama. En el último año, él la ha acompañado a casa y ha montado con ella en bicicleta. Pero ni eso le ha hecho olvidar la rectitud de las normas. Las normas son las normas, se ha dicho miles de veces a si misma frente al espejo. Asegura que no es rabia, ni envidia. Tampoco el escozor de la soledad mordiéndole los talones, nada de eso. Es solo que el artículo dice y el artículo dice y el artículo dice... y según eso... en fin, no hay nada que discutir. Las normas son las normas.
La ciudad se acerca poco a poco. Paso a paso camina sobre su propio tiempo. El barrio de Chelsea aún poblado por pescadores recibe a Tomás Moro, rodeado de aristócratas, su majestuosa casa se alza frente al Támesis. Tres siglos más tarde en la misma calle, Cheyne Row, Ian Fleming, primo de Christopher Lee, escribe su novela “Casino Royale”. El escritor inglés aficionado observador de aves decide poner el nombre de un famoso ornitólogo al protagonista de su novela, nace así un segundo “James Bond”.En 1884, en Paddington, Oscar Wilde se casa con Constante Lloyd, hija de un consejero de la reina. Y es allí donde le alcanza el escándalo, su doble vida con Bosie, inspirador de sus obras, es descubierta y le lleva a prisión.En el 24 de Russell Square, en Bloomsbury, el poeta T. S. Eliot trabaja para los publicistas Faber&Faber. Allí una mujer enloquecida llamada Vivienne, primera esposa del poeta, lleva en las manos un cartel en el que puede leerse “Soy la mujer a la que él abandonó”.Y el viento levanta los versos de su poema “El emperador de los helados”:“Llamad al que hace los grandes cigarros, A ese musculoso y decidle que bata en tazones de cocina cremas concupiscentes.Que las muchachas se recreen con las ropas que acostumbran a usarY que los chicos traigan flores en diarios del mes pasado.Que ser sea el final de parecer.El único emperador es el emperador de los helados.Tomad del aparador de pino al que faltan las tres perillas de vidrio, Esa sábana en la que ella una vez bordó palomas con cola de abanico.Y extendedla de modo que su cara quede cubierta.Si sus pies callosos sobresalen, Aparecen para mostrar cuán fría está, y callada,Que la lámpara ponga su rayo.El único emperador es el emperador de los helados.”En el barrio de Bloomsbury, en el 46 de Gordon Square Virginia Woolf deja atrás su segunda gran crisis nerviosa. Nace el famoso círculo intelectual de Bloomsbury. Escritores, pintores, economistas, filósofos…poetas. Y aquellas calles presencian la historia de amor de Virginia y Vita Sackville-West , jardinera y escritora, a la que Virginia dedica la más larga carta de amor jamás escrita en la historia de la literatura, “Orlando”. El corazón de la escritora al igual que Londres también sufrió dos pesadillas infernales, la tercera y segunda para la ciudad “el Blitz”, termina con ella. En marzo de 1941, tras la destrucción de su casa de Bloomsbury por los bombardeos, Virginia entra en una depresión. Decide ir a dormir a las aguas del río Ouse, que la reciben y la hospedan hasta el 18 de abril. Un largo mes en el que su cuerpo sin vida nada contracorriente. El fuego la convierte, más tarde, en las cenizas que abonan un árbol en Rodmell, Sussex.Tennyson, Dylan Thomas, Henry James, George Eliot, Wordsworth, Jane Austen, Las hermanas Brontë, Dickens (contra su voluntad), Kipling, Chaucer, Livingstone, Newton, Milton, Handel, Sir Laurence Olivier, todos ellos esperan en la Abadía de Westminster, en la “poets Corner”, el claustro de los poetas. Me siento en la modesta silla de la coronación (1296), donde la mayoría de los monarcas ingleses han recibido la corona y donde durante varios siglos los anónimos se han sentado también. Es entonces cuando la historia de la ciudad se cuenta a sí misma. Como en una ensoñación retrocedo a la primera gran pesadilla infernal que Londres sufrió. Corre 1665 una epidemia de peste bubónica aniquila a una inmensa cantidad de gente, erradicada la enfermedad nadie espera una tragedia mayor. La madrugada del 2 de septiembre de 1666 la panadería del rey en Pudding Lane, en la casa de Thomas Farynor, aparece tranquila. Me acerco a los hornos, aún desprenden calor, están encendidos, las puertas están abiertas, el panadero del rey Carlos II de Inglaterra ha olvidado cerrarlas. La familia Farynor duerme en los pisos de arriba, junto a los sirvientes. Una brasa salta a medianoche sobre la leña que hay cerca del horno, la lengua de fuego comienza a lamer la madera y no tarda en crecer, convertida en una imparable llama gigante. El humo despierta a los durmientes. Pronto la voz de alarma se convierte en un grito de angustia. Los Farynor, junto a sus sirvientes, saltan por la ventana a la casa contigua para salvar la vida. Solo una joven sirvienta aterrorizada se queda inmóvil. Tiene miedo y no es capaz de dar un paso. El fuego se acerca a ella y la abraza, convirtiéndola en la primera víctima que se cobrará el gran incendio. Los vecinos han salido a la calle e intentan sofocar el incendio sin éxito. Una hora más tarde llegan los guardias de la parroquia y los bomberos, la única opción para evitar que se propague es demoler los edificios colindantes. Pero los ocupantes de las casas se niegan y el alcalde de la ciudad no se decide a tomar la decisión. La tormenta ígnea acaba rápidamente con las casas y se dirigen a los almacenes de papel y los depósitos inflamables en la orilla del río. La sensatez grita, una y otra vez, pidiendo crear un cortafuego mediante la demolición. El pánico se hace dueño de las calles y empuja a los habitantes de un lado a otro. Los rumores de que tal vez las manos extranjeras han iniciado el fuego rompen la paz. Los disturbios crecen en las calles calentados por el fuego. El viento sopla durante cuatro largos días, con sus cuatro largas noches. Todo esfuerzo resulta inútil. Las llamas y el humo obligan a la población a arrojarse a las aguas del Támesis como única salida. Cuando la pesadilla acaba se ha llevado nueve vidas, solo una tercera parte de Londres está en pie, el resto son cenizas. Más de cien mil personas se han quedado sin hogar.El Támesis con sus trescientos cuarenta kilómetros de agua es testigo húmedo de las dos grandes tragedias: “el gran incendio” y el “Blitz”El 7 de septiembre de 1940 Los apagones y el estruendo de las sirenas son el preludio del segundo drama. Trescientos veinte bombarderos de Luftwaffe, navegan desde el aire el río más importante de Inglaterra. El Támesis se estremece. La guerra relámpago alemana se cierne sobre Londres. Durante cincuenta y siete noches consecutivas y seis meses de forma intermitente, caen más de 27.000 bombas. El corazón de Londres se convierte en un amasijo de hierros y cráteres. Cierro los ojos asustada.
Pintura de Stanley Donwood. www.slowydocunward.com
El hombre tiene lugares en su corazón que todavía no existen, y para que puedan existir entra en ellos el dolor."
Leon Bloy
Iv Orlov
"A pesar de que veía los montes de Obaba, que me eran tan familiares, a través de la ventana, me costó reconocer que me encontraba en mi habitación. Todos los objetos que allí había, tanto cuadros como mi ropa o los libros, me resultaban extraños, porque la realidad no era lo bastante poderosa como para desbaratar el sueño. Aun con los ojos abiertos, yo seguía con el autor de Gero; ya en la cima contemplando la isla, ya en la vega entre higueras."
Bernardo Atxaga
Gustavo Aimar
"Cuando el águila remonta el vuelo, muy por encima de la tierra, durante un tiempo no se ve su sombra en parte alguna;Pero ave y sombra siguen unidas. Así sucede también con nuestras acciones: cuando se reúnen las condiciones adecuadas, sus efectos se ven con claridad."
Rimpoché
"Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido" Carlos Piera
Rocío de Dios Montejo
"¿Por qué se me ocurre inventar esta historia tan inapropiada para un diario?... No sé que deciros. ¿Ha podido suceder o no? En cualquier caso soy novelista y mi obligación es inventar historias?"
Dostoievski
" Si vas a intentarlo, que sea a fondo. Si no, mejor que ni empieces. Puede que pierdas familia, mujer, amistad, trabajos y hasta la cabeza. Puede que no comas en días, puede que te congeles en un banco de la calle. No importa. Es una prueba de resistencia para saber que puedes hacerlo. Y lo harás. A pesar del rechazo y de la incertidumbre, será mejor que cualquier cosa que hayas imaginado. Te sentirás a solas con los dioses, y las noches arderán en llamas. Cabalgarás la vida hasta la risa perfecta. Es la única batalla que cuenta." Malamud
Basil Rakoczci (IMMA)
"Solo hay que caminar e ir construyendo con cada paso el camino y la dirección. No hay mapas que orienten la vida. Hay que dibujar historias incansablemente. Vivirlas. Sufrirlas. Nacer, morir y renacer constantemente. Amar entregando hasta el último hálito del alma. Y abandonar lo amado cuando este esté en peligro de perder su libertad y hacernos perder la nuestra."
"Cuando decidas dar a leer algunas de tus cuartillas, recuerda que ya no te pertenecerán. Tus lectores no sólo tratarán de encontrar lo que hayas intentado decir, sino lo que hayas pretendido hurtar a su mirada... Lo peor, sin embargo, no es que acaben por dejarte en cueros, lo peor es el peligro de que sustituyan tu imagen apenas atisbada por el primer espejismo que pueda resultarles satisfactorio en ese momento"
Marcel Bénabou
Silogismo: La ficción es imaginación y la imaginación es real, luego ¿la ficción es real?
Murakami
Frida Kahlo
"Pierre, nuestro guía alpino, que seha curado de su penoso mareo y ha recomenzado a escribir sus memorias, viene a pedirme que le preste "la que aleja las palabras". Me lleva un tiempo comprender que se trata de una goma de borrar."
Jean Charcot, Autour du Pôle Sud
Flora
Danielsan
Rébecca Dautremer
"Cada vez que nos proponemos escribir acerca de un tema, debemos preguntarnos qué tiene de universal: cuálmetáfora, símbolo o signo que nos permita pasar de lo pequeño a lo grande. Sólo si encontramos este vínculo nuestro texto tendrá peso y valor. Solo así el lector descubrirá en nuestro texto, junto a la historia concreta, un mensaje universal, una pista que le ayude a descifrar las leyes del mundo."
Ryszard Kapúscinski
Sanna Annukka
"Desde su regreso al pozo, para no perturbar su espíritu, trató de no leer el diario. Pasada una semana, ya no tuvo deseos de leer. Después de un mes, casi había olvidado que existían cosas tales como el periódico. Cierta vez encontró la reproducción de un grabado, "El infierno de la soledad", y la observó con curiosidad. Se trataba de un hombre flotando inestable en el aire, con sus ojos abiertos por el terror, pero el espacio que lo rodeaba, lejos de ser el vacío, era una serie de sombras semitransparentes de muertos que impedían cualquier movimiento al hombre. Los muertos, cada uno con diferente expresión, parecían empujarse unos a otros mientras hablaban incesantemente al hombre. ¿Por qué razón eso era "El infierno de la soledad"? En aquel momento pensó que se habían equivocado al poner el título; ahora podía entenderlo. La soledad es una sed que la ilusión no satisface."
Kobo Abe
Gustavo Aimar
"Como periodista, uno no sale ileso de las guerras. Y las lesiones pueden ser psíquicas o emocionales pero son permanentes."
Jon Lee Anderson
Violeta Lópiz
Mireia Pérez
"Un día me incorporé en la cama y sonreí. Ya no sentía dolor. Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Sólo hay personas. Y en cada una hay siempre un poco de todo, es a la vez escoria y un rayo de luz...sin duda es cierto que no existe la persona justa y que las ilusiones se desvanecen, pero yo lo amo y eso es distinto. Cuando uno ama a alguien siempre se le sobresalta el corazón al verlo o al oír algo sobre él. En resumen, creo que todo pasa, menos el amor. Aunque eso no tiene ningún sentido práctico" Sandor Marai
Violeta Lópiz
"El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo"