El asesino se vistió de negro para inculpar a su sombra.
El asesino no encontró ninguna excusa para no matarla.
Le preguntaron al asesino, que tres cosas se llevaría a una isla desierta. El homicida permaneció inmóvil, mirando al suelo. Pasado un tiempo contestó me llevaría... pero para entonces el inspector había muerto.
La bolsa cayó y asfixió a los economistas.
Tras reconstruir veinte veces el asesinato, el inspector dio con el móvil, pero tuvo que deshacerse de veinte cadáveres.
La mató de risa y se puso a llorar.
Ilustración Xavier Salomó
El asesino no encontró ninguna excusa para no matarla.
Le preguntaron al asesino, que tres cosas se llevaría a una isla desierta. El homicida permaneció inmóvil, mirando al suelo. Pasado un tiempo contestó me llevaría... pero para entonces el inspector había muerto.
La bolsa cayó y asfixió a los economistas.
Tras reconstruir veinte veces el asesinato, el inspector dio con el móvil, pero tuvo que deshacerse de veinte cadáveres.
La mató de risa y se puso a llorar.
Ilustración Xavier Salomó
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