Ilustración Ceccoli
Las cinco rayas del pentagrama giraban en el tambor de la lavadora. Se encogían y se estiraban mientras Guido de Arezzo planchaba las corcheas. De abajo a arriba la melodía de los cuatro espacios ocultaba una semifusa deseosa de permanecer oculta. Las figuras salieron a dar un paseo por la mesa. En la rama de un árbol un petirrojo y un carbonero debatían si el silencio era una nota no ejecutada o un signo usado para medir la pausa.
Y yo, yo te esperaba en casa escribiendote notas.
Y yo, yo te esperaba en casa escribiendote notas.
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