Ilustración de Cristina Quiles.
La miro a ella y me veo a mí. Hace años que no sale de la casa. Encerrada desde que él murió víctima de si mismo. Delirando en su almohada con una locura que tal vez un día soñó y que se le agarró a las tripas para no abandonarlo jamás.
La miró a ella y me veo a mí contando margaritas en el edredón, postrada ante la fiebre, pusilánime ante esta enfermedad que algunos consideran imaginaria y exagerada y que otros ni siquiera consideran.
La miro a ella y me veo a mí.
La miro a ella y me veo a mí. Hace años que no sale de la casa. Encerrada desde que él murió víctima de si mismo. Delirando en su almohada con una locura que tal vez un día soñó y que se le agarró a las tripas para no abandonarlo jamás.
La miró a ella y me veo a mí contando margaritas en el edredón, postrada ante la fiebre, pusilánime ante esta enfermedad que algunos consideran imaginaria y exagerada y que otros ni siquiera consideran.
La miro a ella y me veo a mí.
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