Son las seis de la madrugada y algo inquietante me despierta. No sabría explicarlo. Salgo de la cama. Anoche antes de quedarme dormida me quité los calcetines de lana y mis pies están helados. Doy unos cuantos pasos fríos y comienzo a buscar. No estoy nerviosa pero necesito encontrar algo que me devuelva al sueño. Un susurro llega a mis oídos. Ellos cantan para las malas lenguas.
“La radio ha dicho al fin que sucederá, que todo exceso vuelve como un boomerang.
Somos portada con un tremendo titular. Montan debates tensos en cualquier canal,
nos dan seis noches, siete, vamos, ¿quién da más, tú?, incluso han puesto la fecha de caducidad. Y aun así ... pienso quedarme hasta el fin, hasta que digas "no da para más".”
Recorro la casa entera. Está vacía. Como si sus habitantes hubieran sentido el miedo y hubieran escondido todo aquello que puede llevar hasta ellos. Han borrado las pistas de su existencia. Miro arriba y descubro la luna que, también presa del pánico, ha borrado sus cráteres y aparece como una enorme canica lisa y transparente. En ella no parece haber nada extraño y sin embargo, sé que se intenta mostrar con naturalidad. Aplica las normas de la lógica. Si esta noche no hubiera aparecido habría creado sospechas.
Regreso a la cama con la idea firme de que mi intuición ha vuelto a despertar pero esta vez resulta difícil creer en ella. La pereza y cierto sentimiento de apatía me alejan y me hacen cubrirme con el edredón.
Paso dos o tres horas en un duermevela lleno de imágenes confusas e imposibles de conectar entre si. Pasado ese tiempo vuelvo al suelo. Hace frío y la luz es espantosamente gris. ¿Cómo podría relatar un paisaje colorido en estas circunstancias?
Sí, me digo, tal vez tan sólo eres una fotógrafo más de la melancolía. Un leve susurro trae de nuevo la canción:
“Algunos dicen que ya han visto la señal, bolas de fuego extrañas, supernova fugaz, como las fiebres que con el viento amainarán. Las malas lenguas tiran de otras muchas más y presuponen siempre, es un juego fatal, aunque su infamia esconda parte de verdad.”
Tomo mi café y muerdo la tostada. Pienso, que cruel muerte la de ser devorada y después digerida. Pongo mi cuerpo bajo la ducha y me visto con cuidado. Pensando y repensando cada prenda.
"Trinite" de Valentin Fischer
Desde la escalera escucho alejarse un silbido al que mi cabeza pone letra:
“Y aun así ...pienso quedarme hasta el fin, hasta que digas "no da para más". Pueden confundirnos y al final ganar, y te advertiré, nos influirán. Si el trayecto sigue y esta nave va, ¿qué más da, qué más da, qué más da?, ¿qué más da, qué más da, qué más da?”
Sonrío intentando borrar cualquier pensamiento comprometido. Pero mi leve sonrisa no tarda en quedarse helada. Es entonces cuando empiezo a tararear esa canción de Josh Ritter que lleva por título "Girl in the war".
Las cursivas forman parte de la letra “Las malas lenguas” del grupo Love Of Lesbian
http://www.valentinfischer.com
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