Ilustración de Chiara Fatti
Y vuelve el día convertido en un río de horas.
Una corriente de minutos que navega sin rumbo fijo.
Y que borra las huellas que el pensamiento dejo en la noche.
Con la conciencia de un movimiento perpetuo, alguien grita.
Una cara le mira desde el espejo y le dice que Ulises lloró de amor al ver Itaca.
Y piensa en cuanto le hubiera gustado ser un remedio.
Ser una casa.
Ser, tal vez ser le hubiera bastado.
Pero como ya tituló Althusser “El porvenir dura mucho tiempo”.
Y no se puede esperar tanto.
El silencio la toma por el cuello y la estrangula.
Después regresa de ese delirio onírico para cantarle una canción de cuna.
Una nana que anuncia un cambio.
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Y vuelve el día convertido en un río de horas.
Una corriente de minutos que navega sin rumbo fijo.
Y que borra las huellas que el pensamiento dejo en la noche.
Con la conciencia de un movimiento perpetuo, alguien grita.
Una cara le mira desde el espejo y le dice que Ulises lloró de amor al ver Itaca.
Y piensa en cuanto le hubiera gustado ser un remedio.
Ser una casa.
Ser, tal vez ser le hubiera bastado.
Pero como ya tituló Althusser “El porvenir dura mucho tiempo”.
Y no se puede esperar tanto.
El silencio la toma por el cuello y la estrangula.
Después regresa de ese delirio onírico para cantarle una canción de cuna.
Una nana que anuncia un cambio.
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