"El propósito de un escritor no consiste en resolver una cuestión de una vez para siempre, sino en obligar al lector a ver la vida en todas sus formas, que son infinitas" Tolstoi
La lluvia de verano la trae a ella, mojándose desnuda en aquella galería que un día fue el paraje de nuestra intimidad. Ese aguacero liviano hace regresar el canto de los vencejos como sólo entonces cantaban. Trae un arco iris doble y un gran río, turbio y salvaje. Y la veo en ese batel atravesando sueños con la mirada escondida en la copa de los árboles, como escondidos estaban aquellos pájaros en el cuento de Galeano. Permanezco en este viaje atemporal, unida a ella como madre e hija están fundidas en el momento del alumbramiento; y la recorro, como quien lee un diario antiguo escrito por el mismo.
Olvido que ella nos obligo a ambas, a beber aquellos tragos de angostura y con ello nos condenó a perdernos. Tampoco ella quería morir como una imbécil, dijo un día, y sin embargo, consintió en hacerlo. Y su decisión reflexionada y aceptada se convirtió para nosotras en la única fuente de conocimiento.
La luz fría y azul de estos días de tormenta nos acompaña como siempre lo hizo, no sé si para encontrarnos o tal vez para despedirnos. Aceptamos, con paciencia y resignación, la lacerante llegada del olvido, aniquilando así la única memoria que podrá hacer soportable nuestra muerte.
lunes, 28 de julio de 2008
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