Aquel niño era yo. Me reconocí en el reflejo del charco y seguí corriendo asustado. El dragón corría como un relámpago. ¡Mamá! quise gritar pero mi voz se ahogó en la garganta. A mis pies se extendía un camino sin fin, una pesadilla. Empezó a llover. Miré atrás y le vi rugir. Escuche la llamarada. Un zarpazo en la espalda me sacó del sueño. Sentada en la cama estaba mamá que abrió sus fauces enfadada. ¿Otra vez?, ya eres mayor. Las sábanas estaban mojadas y no era sudor. Aterrorizado cerré los ojos con la esperanza de volver al sueño. Mejor el dragón que mamá.
jueves, 10 de abril de 2008
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1 comentario:
hola, felicidades por tu trabajo!
los sueños siempre son mejores que la realidad? en los sueños siempre hay recambios para ambientadores
je
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