viernes, 6 de marzo de 2009

Atrapada

Fotografía de Kahn Selesnick



ADDISON DE WITT: Oh, ¿te sientes mucho mejor ahora?
SRTA CASWELL: Como un cisne en el Canal de la Mancha. ¿Y ahora qué?
ADDISON DE WITT : Tus nuevos pasos deben encaminarse hacia la televisión.
SRTA CASWELL: Dime una cosa, ¿piden también pruebas en televisión?
ADDISON DE WITT: Eso es la televisión, amiguita, solamente pruebas
Joseph Mankiewicz ("All about Eve" 1950 )


Vivía en una falda y no era la de una montaña, ni la de una mesa camilla, sino dentro de una falda, una de esas de tela que como un cono invertido cae sobre las piernas de algunas chicas. Mi falda estaba llena de pájaros y de hojas sueltas. Supongo que la idea si te paras a pensarla en serio es angustiosa pero a mí sinceramente me daba igual.
Es cierto que si me hubiera fijado en ciertos detalles habría descubierto mi situación mucho antes pero ahora de nada sirve lamentarse. Sé que en mis paseos circulares nunca me cruzaré con ningún desconocido y también sé que los pájaros nunca piaran para mí y que las hojas parecerán eternamente suspendidas en el aire, pero no todo el mundo puede decir que vive en una falda.
Desde que lo sé me ha dedicado a buscar datos que iluminen un poco mi origen. Parece ser que nací en el taller de un importante ilustrador de la época, ¿de cuál?, no sé. Durante mucho tiempo estuve en una mesa de madera inclinada que a modo de atril me sostuvo durante los primeros años de mi vida. El ilustrador admiraba mi belleza sencilla cada mañana y se inspiraba en mí para desarrollar el resto de sus obras, algo que creo nunca gustó al resto de criaturas, que a diferencia de mí, terminaron encerradas en algún libro. Un buen día la esposa del ilustrador celosa de que su esposo me tomará como su musa decidió vengarse y me escondió en el fondo de un baúl. El ilustrador enloqueció al despertar una mañana y notar mi falta. Removió cielo y tierra para encontrarme. Navegó mares, buceó océanos y atravesó ríos. Murió lejos de su casa, dicen que bajo un inmenso árbol.
La esposa desolada por el abandono y atormentada por un inmenso sentimiento de culpa, se metió en el baúl y esperó a que el oxigeno desapareciera.
Parece ser que muchos años más tarde una nueva inquilina apareció en el estudio. Abrió el baúl y descubrió allí una falda roja con unos pájaros, unas hojas y la silueta de lo que ella describió más tarde como...